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viernes, 30 de enero de 2015

Jo, qué golpes

Este tipo de cuestiones no veo que aparezcan en TV ni en los periódicos locales, sólo se suele hablar en familia o con amigos, con los que sueles ir caminando en el momento en que justo estás a punto de matarte, cuando te has dado en toda la pierna con el duro hierro, o cuando te has ido cayendo por tropezar.

Entiendo que el Ayuntamiento quiera tomar medidas para que los coches no se suban a las aceras, pero no sé quién ha sido el lumbreras que no piensa en la seguridad diaria y la salud de los peatones. Y no, no es por ir despistada, pero me he dado ya cada golpe con los pivotes de las narices, que es para clamar al cielo. ¿No se les ocurre nada mejor que inventar?¿No hay otra solución?¿No los pueden recubrir con algún material amortiguador y mullido, de forma que si te das se aminore el daño y el dolor? Se me ocurren desde las típicas burbujas de plástico a espuma de poliuretano (gomaespuma), plástico semiflexible o qué se yo, no soy arquitecta, pero aunque sea un rollo de trapos rodeados de impermeable.

Pero claro, es que todo eso costará dinero, así que vamos "al merme", y que el ciudadano-a se parta la crisma, que es mucho más rentable. Pocos pondrán denuncias en el Ayuntamiento, y los incautos que las pongan, ya se desanimarán porque el super equipo de abogados municipal se encargará de echar atrás la posible indemnización.

Se me ocurre un sistema mucho menos agresivo, y es que desaparezcan los pivotes. Con la tecnología actual, seguramente se podrán instalar unas células detectoras, de manera que si un coche se sube a la acera, se active la alarma y además de conectar con la policía municipal para que vaya a poner el multazo, emerja del suelo un macro pivote, pero que atraviese al coche, así en plan taladro, y lo deje clavado en el sitio :P No, no he leído mucha ciencia ficción últimamente XD

 
En una calle super estrecha de una dirección, y en unos pocos metros, esta hilera de pivotes (10) con los que hacerse pupa

lunes, 19 de enero de 2015

Olivos en la ciudad

Cuando camino por el barrio, y veo estos olivos entre coches, calles, gente, edificios, vallas, todo tipo de mobiliario urbano, inmersos en la contaminación, simplemente me parece milagroso que un árbol tan bonito y especial se abra paso en un ambiente que no es el suyo.

No me recuerda especialmente a las dehesas donde crecen en Extremadura o Andalucía, ni a la empresa de aceite con que empezó Don Corleone, sino que siempre pienso en una paloma. Desviaciones de la mente, el ansia de paz. La paloma con el ramito de olivo en el pico, y también el sufrimiento de Jesús en el huerto de los olivos o Getsemaní, donde rezó la última noche antes de ser apresado.

Olivo rodeado de torres de 13 pisos
Olivo rodeado de torres de 13 pisos

miércoles, 14 de enero de 2015

Zapatito de niña

El pasado septiembre fui a ponerme una inyección a la típica clínica de barrio, esa clínica pequeñita, con cuatro consultas, una reducida sala de espera, un mostrador modesto y un trato familiar, en la que hay médico de cabecera, pediatra y alguna especialidad como traumatología u oftalmología.

Al salir me fijé en la ventana. Estaba depositado este zapatito de niña, de un bebé. Seguramente que alguna madre había ido a la clínica con su hijita y al salir o entrar se le había caído el zapato al suelo, y la persona de buena voluntad que pasó por allí, quizás a mediodía cuando estaba cerrada, lo recogió y lo colocó en el alféizar con la esperanza de que su dueña lo encontrara si regresaba al lugar.

Me pareció un detalle muy tierno, pues hoy en día no suelo ver esos gestos. No sé si por un poco de desencanto personal, pero observo una sociedad egoísta, acelerada, despiadada, que no se preocupa por el de al lado, pasota, vil, y este hecho me sacó una sonrisa de esperanza. Me recordó a la canción de Serrat "Aquéllas pequeñas cosas", y me envolvió una bruma cargada de nostalgia del pasado. En ese breve instante, a través de echar a volar mi imaginación, y mirando el zapatito blanco veraniego, me reconcilié con el mundo.


"Aquéllas pequeñas cosas". Joan Manuel Serrat

lunes, 12 de enero de 2015

La buena caligrafía

Cuando era pequeña se le daba una gran importancia a la caligrafía. Desde parvulitos a 3º de EGB (que recuerde al menos esos cuatro años), teníamos clases diarias de esta asignatura.

No por ser una imposición escolar me producía rechazo, todo lo contrario, me encantaba, y desde entonces soy una admiradora de las personas que tienen una magnífica letra, así que me quedaba alucinada cuando veía a alguien escribir muy bien -como mi padre-, y yo misma me esmeraba en mejorar todo lo posible, hasta llegar a alcanzar el grado de perfección de los monjes copistas de la Edad Media :-P

Con 5 años, en mi primer curso de cole, en parvulitos, nos mandaban los cuadernillos "Rubio", que iban aumentando su numeración en función de la complejidad. Por más que lo hacía perfecto, pues lo comparaba con otros compañeros/as, la señorita Mª Victoria no me pasó en todo el año del cuadernillo nº 3. Me quemaba ir a la papelería a comprar siempre el mismo ejemplar. Ya empezaban a aparecer las manías de ciertos profesores, que no maestros, y yo a sufrir las injusticias que se repetirían más adelante de mil formas. Aún recuerdo la cara de la Srta. Mª Victoria y la odiaré siempre XD.
Portada del Nº 2 del cuadernillo Rubio
Portada del Nº 2 del cuadernillo Rubio
Interior de un cuadernillo Rubio de caligrafía

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