Paseando por la capital, bajando Raimundo Fernández Villaverde, miro a la izquierda y me encuentro con estas escaleras tan empinadas, dignas de la película "El exorcista", y lo más curioso, el nombre de la calle: Cicerón.
Ahora que estoy embutida en las tramas de Roma con la serie "Yo Claudio", me resultan curiosas estas coincidencias.
Desde luego, el que quiera hacer de Cicerone por Madrid en su propia calle, va a tener que ejercitar las piernas.
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