El protagonista, Jon Voight, envuelto en una investigación para desenmascarar a una organización nazi en los años 60, es lanzado a las vías del tren por una mano negra. Afortunadamente para él, no se lesiona al caer y puede girar y colocarse en el hueco que queda por debajo del andén, salvándose de esta curiosa manera de ser arrollado por los vagones.
En España, y en todo el mundo, se han dado bastantes casos de gente perturbada que se dedica a empujar a inocentes víctimas al paso del metro, así que siempre me fijo a ver si hay ese espacio debajo del andén, en el hipotético caso de ser objeto de un ataque tan siniestro. Pero no, no lo hay, así que lo que suelo hacer es quedarme bastante apartada, para que si recibo un posible empujón, como mucho me caiga al suelo.
La gente es bastante incauta a este respecto, ya que el otro día estaba en la estación de Núñez de Balboa, y había una niña sentada casi en el borde, en la línea pintada de amarillo, con la abuela al lado que sujetaba la maleta-mochila. Estuve unos minutos esperando a ver si cambiaban de posición, pero nada, así que me acerqué a la mujer y le dije que se retirasen de ahí, que había mucho loco suelto y podía ser peligroso. Me dio las gracias y se apartaron un poco, pero todavía no lo suficiente. A veces es que se quitan hasta las ganas de advertir.
La película la había visto hacía muchísimos años, pero se me había quedado marcada esa escena, que por cierto, no aparece en el libro, que leí esta primavera. Volví a revisar la cinta, y hay muchísimos detalles omitidos, e incluso el final cambiado, pero se deja ver, pues se nota que está basada en una obra de Frederick Forsyth, que sigue siendo el maestro de las novelas de espías.
Y para cerrar el círculo de esta serie de pensamientos respecto a Odessa, este verano cuando iba caminando por La Bañeza (León), me encuentro un local semi abandonado, que tiene pinta de haber sido una discoteca, también llamado "Odessa". ¿Sería punto de reuniones secretas? esperemos que no.
Je, alguna vez que estoy en el metro me sucede exactamente lo mismo... y si, una vez hace muchos años en Santa Eugenia (renfe) vi algo parecido, pero era un niño que no terminaba de cruzar las vias.. y venia a lo lejos un tren sin parada.. pasé unos instantes interminables..
ResponderEliminarTambién lo he pensado, aunque no le doy tanta importancia. Suelo esperar pegado a la pared más bien para controlar el cotarro y que no me controlen a mí, los carteristas o buscavidas ;P
ResponderEliminarBertil, eso de Sta. Eugenia tuvo que ser angustioso, menos mal que no pasó nada.
ResponderEliminarHerel, también tengo en cuenta a los "malutos", es como dices, estando detrás puedes ver si intentan robarte algo.