MARÍA EUGENIA MORRO GERAS
Soy reacia a leer libros cuyo argumento y final conozco porque previamente he visto la película. No sé por qué, pienso que no voy a sentir emoción si sé lo que va a pasar. Creo que la única ocasión en que hice una excepción fue cuando tenía 20 años y me lancé a tragarme los dos tomos de "
El conde de Montecristo", que me encantó, pero hasta ahora no había vuelto a repetir el "proceso inverso".
Tenía pendiente el regalo de Reyes de mi abuela, y como la película "
Matar a un ruiseñor" (
To Kill a Mockingbird, 1962) ha sido una de mis predilectas de toda la vida, de esas que veía una y otra vez sin cansarme, decidí que iba a ir a la Fnac de Callao a por el
libro. Tenía tanta ilusión que lo encargué por teléfono. Creía que iba a ser más caro, pero compré una edición de bolsillo de sólo 10€, con lo cual me fui muy contenta a casa.
Fue increible cómo devoré en tres noches las 400 páginas, relegando a un segundo plano los tres libros que tenía comenzados en ese momento y a los que no lograba meterles un sprint.
Querría hablar únicamente del libro, pero va a ser complicado que no se mezclen aquí elementos de la película, pues ahora son todo uno en mi cabeza.