Cuando tengo media hora para desayunar y hace bueno, salgo a este banco, me siento y saco de mi bolsita el sandwich, la fruta y la botella de agua. Lo voy tomando todo con tranquilidad, cerrando los ojos de vez en cuando y dejando que los rayos del sol me revitalicen, mientras escucho el sonido de una fuente cercana. En esos momentos, me transporto a la Alhambra, y a aquellos sonidos maravillosos del agua que tanto me tranquilizan. Lástima que el paso de los coches me alteren y vuelva a caer en la cuenta de que no estoy en Granada.
Una pena, porque por lo demás es una ciudad que está bien (por Graná solo fuí de paso el pasado año).
ResponderEliminarA ver si veo la Alhambra la siguiente vez que pase... que sabe dios cuando será.
A mí me pasa justo al contrario, vi La Alhambra pero la ciudad no la conozco casi, así que tenemos una visita pendiente... y espero que no sea cuando dios sepa, sino prontito :)
ResponderEliminarBesos