Cuando camino por el barrio, y veo estos olivos entre coches, calles, gente, edificios, vallas, todo tipo de mobiliario urbano, inmersos en la contaminación, simplemente me parece milagroso que un árbol tan bonito y especial se abra paso en un ambiente que no es el suyo.
No me recuerda especialmente a las dehesas donde crecen en Extremadura o Andalucía, ni a la empresa de aceite con que empezó Don Corleone, sino que siempre pienso en una paloma. Desviaciones de la mente, el ansia de paz. La paloma con el ramito de olivo en el pico, y también el sufrimiento de Jesús en el huerto de los olivos o Getsemaní, donde rezó la última noche antes de ser apresado.
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Olivo rodeado de torres de 13 pisos |
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Olivo en una calle en cuesta muy transitada |
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El olivo anterior tenía frutos, las aceitunas colgaban de sus ramas |
Ains, yo no tengo olivos, como la mayor parte de mis paisanos... pero es que veo uno y se me pone la piel de gallina!! Es un árbol precioso al cual los que vivimos rodeados de ellos no le prestamos excesiva atención. Por eso me ha gustado tanto tu entrada de hoy!
ResponderEliminarUn besote!
Ali EB, lo que hablábamos el otro día, no solemos darle importancia a las cosas cotidianas. Al ser andaluza y salir al campo verás muchos, pero aquí en la ciudad todo lo "verde" me llama la atención, y también me pone la piel de gallina verlos por aquí: es como un pequeño milagro que emerjan entre tanta polución. Y me recuerda también a Extremadura...
EliminarBesotes!