El miércoles 22, en una maravillosa tarde primaveral, con un sol espectacular y un cielo azul despejado, mi amiga Rosa y yo nos paseamos por allí, preguntándonos qué edificios eran algunos de los que divisábamos, pues no los reconocíamos desde las alturas. "¡Anda, eso debe ser el Congreso!¡Y todo eso el Banco de España! ¿Has visto que terraza tiene aquél tío montada en pleno centro, con esas plantitas y rejas verdes?¡El pirulí! ¡Pues qué guay, desde aquí no vemos la cuatro torres horrendas Business Area de la Castellana jijiji! ¡Fíjate cuántas iglesias se divisan!¡Aquel ascensor debe ser el Reina Sofía!". Después nos sentamos allí a charlar un buen rato, envidiando las super cámaras que llevaba la gente, que les permitirían hacer estupendas fotos, y no las modestas que salían con mi móvil.
Vista hacia Cibeles: el Palacio de Telecomunicaciones, antiguo Correos, que ahora será la sede del Ayuntamiento. Al fondo el "Pirulí", Torre España
La calle Gran Vía y el Palacio de Buenavista, sede del Ejército de Tierra, que tiene una magnífica arboleda
Rosa quería participar en la actividad que llevan trece años realizando, la lectura de El Quijote durante tres días, y nos fuimos al salón donde la gente leía en directo y se conectaba con el Instituto Cervantes de otras ciudades del mundo. Ella se quedó en la cola y yo me senté en primera fila. Cuando habían leído dos o tres personas y otra desde Egipto, salió un grupo de teatro, que sin ningún escenario ni apenas utensilios, interpretó muy bien un pasaje de la obra, en concreto cuando Don Quijote y Sancho Panza se encuentran a un comisario y a otros guardianes de la justicia que escoltaban a un grupo de presos condenados a remar en las galeras. Me gustó mucho la interpretación de estos jóvenes: me reí bastante con las desventuras del pobre caballero de la triste figura, que a pesar de sus nobles ideales, termina siempre de mala manera.
Como a Rosa le comentaron que le quedaba al menos una hora aún en salir a leer, lo dejamos para otra ocasión, y nos bajamos a la cafetería de El Círculo. Nos pillamos un par de trinas y nos lo llevamos a la 2ª planta, con algunas dudas de si nos dejarían pasar, pues aunque el vaso era de plástico, parecía que llevábamos un cubata, y claro, en un sitio tan "cultural y serio", solo nos faltaba el cigarro para parecer que nos íbamos a poner a hacer el chorra estilo Faemino y Cansado :).
Al abrirse el ascensor, aparecimos directamente en la sala donde había una obra de teatro de humor surrealista y muy divertida, a cargo del Grupo de Teatro de la Universidad Carlos III de Madrid: Farsas maravillosas de Alfonso Zurro. Afortunadamente no nos dijeron nada del vaso, es más, parecía que pegábamos con el escenario, inundado de rollos de papel higiénico (¡juas!), y nos pusimos otra vez en primera fila, participando activamente en la obra, coreando cuando nos lo pedían los actores y riéndonos mucho con la historia de un hombre que quiere volar, con la ridiculización de una tragedia griega o las peripecias de una niña que nace araña y se enamora de un nazareno.
Hola Eugenia!
ResponderEliminarMuy bueno el resumen que haces de nuestra visita al Círculo de Bellas Artes, fue una sorpresa poder contemplar desde la azotea tan bonitas vistas de Madrid.
La verdad que es una muy buena época para ir al Círculo debido a la de actividades culturales que hay programadas con ocasión de la lectura continuada del Quijote.
Un besito
Muy buenas vistas, aunque en directo se ven mejor todavía. Yo estuve el año pasado por primera vez en la terraza.
ResponderEliminarBesos