Todos los niños tenían su cubo, y entre los hermanos, competíamos para ver quién conseguía llegar más lejos. Lo que fui capaz de hacer de manera legal, fueron tres caras. Y digo legal, porque después empezó a circular un papel entre los compañer@s de clase, en el que se describía como completar las seis caras. Sin comprender el por qué, seguíamos las instrucciones, "3 vueltas a la derecha fila de arriba, 2 vueltas hacia la izquierda fila inferior..." y ¡oh maravilla!, el cubo se componía armoniosamente con los colores en su sitio.
Nunca fui capaz de comprender qué fórmula aplicaban, pero estaba demostrado empíricamente que funcionaba. Ya no había frustración, tod@ l@s niñ@s "sabíamos" hacer el cubo :-)
Lo que me ha chocado al pasear por la sección juguetería, es que continue existiendo otro de los juegos que más me gustaban: El Simón, ahora llamado Super Simón.
El primer juguete de sobremesa electrónico, podríamos decir. Consistía en un disco con 4 grandes botones de color azul, amarillo, rojo y verde que se encendían y emitían un sonido. La habilidad del juego consistía en pulsar la secuencia de color-sonido correctamente, pues a medida que pasaba el tiempo, la complejidad era mayor. Se podía considerar que había que "tocar" una canción propuesta por el juego, y memorizar las notas. Por ejemplo, primero empezaba por rojo(con su sonido), despues rojo y azul, luego rojo azul y verde, más tarde rojo azul verde rojo y podía terminar siendo un chorizo así: rojo azul verde rojo verde azul azul verde rojo rojo amarillo azul amarillo...
Se podía jugar contra la máquina o contra un contrincante. En casa, mi hermano mayor era el dueño, y nos hacía rabiar bastante, porque sólo jugábamos al Simón cuando él quería, y a nosotros aquello de las lucecitas y soniditos nos enloquecía :P
Lo curioso es que el precio continua siendo el mismo. En aquella época ochentera, costaba unas 6.000 ptas, y ahora, como se aprecia en la foto, 31 euros.
Como tantos otros iconos de los años 80s, Simon nació en los años 70s, en 1978, en concreto, y fue presentado al público en nada menos que la discoteca neoyorquina Studio 54, el corazón de la música disco.
Ay¡¡¡ el cubo de rubik…cuantas horas haciendo caras, hasta que callo en mis manos el famoso papel…si hubiera existido internet en aquella época….del otro juego no puedo opinar…nadie me lo regalo así que no cayo en mis manos
ResponderEliminarmanhi, puedes comprártelo ahora y llenar algún momento de ocio, seguro que relaja. El Simón no, es más "frenético", y la velocidad de la secuencia al final puede acabar con tus nervios :-DDD
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